No hay palabras, abrazos ni promesas que le quiten a
nuestros muchachos la impotencia por no alcanzar a levantar la copa… esa “bendita”
copa tan fulera de atrapar!
Yo, como tantísimos miles, podía asegurar que la copa era
nuestra, que Argentina iba a ganar y que esta vez se nos iba a dar… Al final no
fue, todo se tornó raro y de la euforia pasamos a la frustración. Pero por
dentro nos quedó el orgullo intacto, la fe intacta y el amor por lo vivido a
flor de piel sabiendo que fuimos parte de un tiempo nunca antes visto en el
ánimo de un país: no ganamos la copa, no hubo un final perfecto pero aprendimos
que hay héroes de carne y hueso y que la gloria vale más que el oro.
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La flor que mi hija me hizo y la coballa que su papi le dibujó. En el país: días intensos y familias unidas... |
Pero yo soy vueltera, necesitaba hacer "un cierre". No podía quitarme de la cabeza las
caras de los chicos y sus familias y me imaginaba con la posibilidad de que lo
que hoy escriba pudiera llegarles a todos ellos y… como escribir es terapéutico
–según dicen- y tipear es gratis, al final me saqué las ganas:
Cuando yo era chica recuerdo haber visto en la tele a un
tipo de rulos y pantalón muy cortito que festejaba con una copa de oro en las
manos. Después fui creciendo y escuché por ahí un temita italiano que me
emocionó bastante, pero finalmente los mundiales se fueron “destiñendo” cada
vez más y pasaron a ser tan ajenos a mi mundo como un recital de Justin Bieber.
Pero este año pasó algo inexplicable: al principio parecía
que nos habíamos olvidado de quitar las banderas del 21 de Junio y que al pasar los días ellas mismas
se multiplicaban por las calles hasta que por fin una explosión en celeste y
blanco estalló para darnos el mejor Día de la Independencia, un 9 de julio para
no olvidar!
Yo que apenas se lo que es una pelota de fútbol, ahí estaba,
deshecha por el estrés y los nervios en cada partido para comerme los dedos
mientras saltaba de mi silla, hasta que por fin lograba calmarme (con una
sonrisota en la boca) en esos finales de película…
La noche del miércoles 9 de Julio un hombre peladito, sencillo
y valiente hablaba de sus muchachos y resumía todos esos días en dos palabras
que me guardé como un souvenir : “Humildad y trabajo”
Jamás hubiera relacionado el fútbol de mi país con esas
palabras…
Sepan disculpar mi razonamiento, pero había aprendido que después
que el mundo nos conociera a través del
tango pasional y seductor, a los argentinos empezaron a mirarnos a través de cierto personaje del fútbol con fama de
pedante y carácter prepotente… Y yo de alguna forma pasé a despreciar ese mundo
futbolero lleno de broncas, aires de cholulismo superfluo y titulares hirientes
que rodeaban a las canchas de césped prolijo y gradas camorreras… ¡Qué mal pensada!
¡Cómo metí a todos en la misma bolsa! ¡Cuánto me cambió la perspectiva! Con sólo
ver tanto coraje corriendo en ese césped y tanta madurez de carácter para unir
a un país que se olvidó las broncas mientras abrazaba sentimientos grandes, inmensos,
irrepetibles.
Muchachos:
-Tienen personas maravillosas que los aman infinitamente
(hijos, esposas, padres, amigos…)
-Tienen el talento que les envidian los pibes de todos las canchitas
del país.
-Tienen la “chapa” de héroes pincelada de filetes al mejor
estilo nacional.
-Les rindieron honores en todas las redes, en todos los
medios y la creatividad argentina los presentó con ingenio y la frente en alto en
una “película infinita” de homenaje local.
-Hicieron que miles de chiquitines sepan lo que es ser
profesional y los vieran cuando saludaban con sinceridad y respeto a sus
oponentes. Esos son valores con los que ellos van a crecer.
-Tienen el orgullo de haber guerreado con dignidad, con respeto
y humildad mientras lo dejaban todo.
-Tienen la gratitud de un país que aprendió a quererlos, que
aprendió a quererse a sí mismo y a pelear por lo que cree.
Gracias por el orgullo, gracias por defendernos, por
regalarnos una fiesta tras otra y por dejarnos creer que ser humilde y laburar
hasta el cansancio vale la pena, vale las ganas y vale la vida!
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